sábado, 24 de diciembre de 2016

Fiesta del final del taller de poesía en Ranhuaylla


Al medio, en verde, Miguel Ángel Coletti que volvió a la poesía… si es que alguna vez se extravió o acaso ausentó de ella.  Hubo hallazgos poéticos por doquier, como éste: “… yo sería el oído en la copa”.  Intentamos implementar, en frase de Vladimir Herrera, algo así como una “profundidad sumergida” o de segundo o tercer grado.  Es decir, nada que tenga que ver con la poesía de autoayuda (tipo Acción Poética) ni, por otro lado, con aquella que pone entre paréntesis olores, sabores y un amplio espectro del tacto.  Entre este último, el de la rama que saltó y se continuó entre nuestros brazos;   el del fruto colorado que también, por último, se arrellanó entre nuestros polifónicos poemas.  !Viva Puno!, tal como entonó con fervor y no menos un tanto ya sazonado, Leo Cáceres; aunque aquí Puno significara Lima o Cusco o Arequipa… o incluso cualquier otro no lugar de algún otro no mapa.  P.G.