martes, 26 de enero de 2021

PASAMAYO (tercero)

 

[Si me fuera ahora o ya me hubiera ido]

Si me fuera ahora o ya me hubiera ido

El español me acompaña

El español del Arcipestre de Talavera y el de mi madre

Nacida en Lampa de Parinacochas

Más bella que el lucero que el agua que rompe

Para alcanzar a hablar conmigo

Hemos vivido para amar

A regañadientes equivocados tan dispersos

Pero para amar

Déjame que me ponga la voz

Déjame que encaje con la lengua

Que la haga parir para ti

Para ti solito

Y te arrastre desde el barquillo de helado

En que te has convertido

Tan de repente

Y te lleve con aquella voz los brazos

Las piernas ya para qué

Te lleve el entendimiento y el corazón

Preciosos en sí mismos y ahora

Ciertamente asomados cristalinos bullentes

©Pedro Granados, 2021


Tercer poema de PASAMAYO:

domingo, 17 de enero de 2021

Poetas del Perú (y alrededores)

 

Emilio Adolfo Westphalen, buena poesía para adolescentes, índice de edad o de permanente condición.  No se atreve a encandilarse consigo mismo, con su propio metro y con su propia voz, y delega a que recite el lector.  Actitud muy vieja en empaque surrealista.  Escuela para olvidar pronto.

César Moro, su contertulio André Breton es mucho mejor.  Poesía para “aguantados” como lo es la inmensa clase media limeña; la cual, de facto, es la minoría que siempre ha leído.  Muy de vez en cuando, arroja la tinta de sus pinceles directamente al aire y hacia la noche, entonces acierta.  Aunque, por lo general, el formato manda, el soporte le ordena.  Aun así, es mucho mejor que Westphalen.

Javier Heraud, murió justo cuando todavía se encontraba en el intersticio entre su ser real y el de la ficción.  Su gesto ético, aquello de morir a los 21 por los ideales socialistas cubanos, nos deja mudos.  Su gesto poético, en cambio, sí nos permite articular que no superó a Antonio Machado ni salió de las homilías de la iglesia del barrio o de su colegio.

Jorge Eduardo Eielson, testigo de la Poesía, cómo no.  Heredero directo de Martín Adán; de aquellos versos de este último: “[Poesía] De Dios que cayó en orgasmo/ Haciéndolo para cisma”.  Sus esculturas enterradas, de modo paralelo a su “secreto” oculto entre sus voluptuosos “nudos”, brindan cuenta de aquello.  Es el último de los grandes poetas peruanos de raza.  Casi a su mismo nivel va Javier Sologuren; admirador de Eielson porque lo que éste intuía, Sologuren lo articulaba y plasmaba a plenitud. Poeta menor de esta misma generación, de los años 50′, es la muy expresiva y expresionista Blanca Varela.

Antonio Cisneros, constituye el más elocuente fruto de la solvencia e influencia de sus amigotes, también, a nivel de la cultura.

Rodolfo Hinostroza, y su tan personal Comala.  La búsqueda del padre, a lo largo de toda su obra (poesía, ensayo, teatro), trasciende  la utilería y el “tono” de época.  Muy inspirador y recomendable para lectura de los jóvenes.  Juego de acertijos para la gran mayoría, mientras el autor permanece atento al tránsito y  conjunción entre Venus y Neptuno.

Raquel Jodorowsky, a esta autora chileno-peruana alguna vez la leímos y, juramos, que en cuanto podamos la vamos a volver a leer.

José Watanabe, la oralidad de su pueblo natal, Laredo (La Libertad, norte del Perú), le salvó la vida literaria.  Uno de los poetas peruanos más inteligentes del siglo pasado; y excelente administrador también de su propia poesía.  Lo poco que tuvo, que es mucho, lo supo mostrar eficazmente en sus versos.  Cauto.  Obvio, dada esta actitud vital y retórica, le faltó arriesgar.  Se la creyó y le creyeron, pero terminó refugiado en los evangelios; como si estos constituyeran algún tipo de refugio.  Su mesura, su decoro, términos asimismo de la retórica, le pasaron factura.

Eduardo Chirinos, como sus amigos Jorge Eslava o Carlos López Degregori, entre otros de su clan: todos los premios, cero goles.  Producto típico (paradigmático) de las funciones de una institución literaria vigente; en este caso conservadora y con galvanizadas raíces en la PUCP.  Jamás fue un poeta, sí, un esmerado estudiante de Letras.  Junto con Montalbetti y otros, menos conocidos aunque con virus equivalente,  apostaron por –el a su vez inexistente– Antonio Cisneros.  Neblinas de verano de Lima.  Ascos comunes y, a su vez, los mismos modales compartidos.  Espejismos, todavía, de algunos profesores que  tozudamente militan en ciertas nociones restringidas de la vida y de las Humanidades.

Jorge Pimentel y Enrique Verástegui.  Más palabrero uno que el otro; engreídos, ambos, por una crítica siempre en cierre de edición; uno mestizo y el otro zambo. Nada más nos sale decir de ellos.

Pedro Granados,  toda aquella aproximación a la poesía y su crítica en la región –que no tome su obra como referente imprescindible y secuencial a Vallejo, Adán y Eielson– es y será una  verdadera pérdida de tiempo y esfuerzo.  Trabajos de un mala leches o de tonto ocupado.

PD Sería muy ingenuo que un lector o “poeta” no peruano (chileno, español, mexicano, brasileño, norteamericano, etc.) considere que con esta crítica, sólo en apariencia ácida hacia la poesía de mi patria, se han librado y se hayan sus obras, como dicen, de puta madre.  No piensen así


jueves, 14 de enero de 2021

PASAMAYO


[Ciego por unos instantes veo]

Ciego por unos instantes veo

La poesía por todas partes

Bulbos flores palacios iluminados

Tal como nuestros padres

Incautamente la imaginaron

O una enorme vagina

Con guillotina al ristre

Tal como y desde  no hace mucho

Muchas poetas la conciben

La confusión se agrava

En nuestros tan colonizados países

Los poetas peruanos quieren ser argentinos

Los cuales se han esforzado en ser británicos

Los poetas dominicanos quieren ser españoles

De cepa pura

Cuando estos últimos hace tiempo

Perdieron el rumbo de su lírica

Generación Nutella o de la chocolatina

Denominaríamos a la más reciente de sus promociones

Si no sobrepujaran queriendo tomar este lugar

Asimismo  otros nombres

De la experiencia  de la conciencia

Junto con el de la chocolatina

La ética nos tiene irremediablemente cogidos

A todos y cada uno

La moral del Norte heredera de calvinistas

Y calvos a modo de sabios o sabihondos

Acaso sólo el Brasil se salva de  todo esto

Porque desde el pasado más remoto

Se la pasa en éxtasis

Y no escribe sino que baila en imágenes

Que devuelven  sin pausa otras semejantes

Chorro acompañado siempre

De una u otra contagiante canción

A los Andes corresponde poner en letras de molde

El remolino de hojas de paños de olas

De  juego de piernas y amagues sin fin

De  la extática poesía do  Brasil

Uruguay se casó con una idea del honor

Porta estandarte previo a cualquiera de sus versos

Fijos dalgos de ojos vendados

Derecho al más obtuso de los  despeñaderos

Bolivia, ice cream del mundo

Aunque de una sola bola

Porque el helado de dos

Continúan  siendo los Himalayas

Paraguay, agua para atragantar  la sed

Y cotidianidad para aburrirse sin medida

Estados Unidos, el modo más absurdo

De perder el tiempo de la mente y trocarlo

Por supermercados satisfechos 

Venezuela, …

Colombia, cuya poesía de delicados ademanes

Trastocara para siempre Raúl Gómez Jattin

Ecuador, un porfiado pasillo

Chile, territorio de poetas vencedores

Y que por lo tanto ignoran

La decisiva voz de la derrota

El Panamá y la poesía no publicada en libro

De los Kuna

Centroamérica, equivalente a Fuente Vaqueros

O Santiago de Chuco, tierra del indio Rubén Darío

A quien sin embargo hemos leído

Como si de Antonio o Manuel Machado se tratara

A todas las bestias y sus bostas de poesía

A nuestras estoicas aves de rapiña o aunque sea de corral

Que no han cesado de volar o intentado elevarse

A todas las mujeres hermosas de América Latina

Porque todas lo son

Al río que oculta y es frío

Al sol que no oculta y resulta abrazador

A esas calles breves entrecruzadas y populosas

Donde  hallé  mi destino

Como si de un beso del sol mismo se tratara

Como si una inundación en  los ojos fuera

Como si un perfil humano tornado

Ovejo pantera buitre estrella

Y seguiríamos sumando

Como si en ello precisamente consistiera

©Pedro Granados, 2021.

Se publica, con “Ciego por unos instantes veo”, el segundo poema de PASAMAYO (el primero fue “Variante del corazón“), poemario estrictamente de blog.  Por lo tanto, cuyos poemas irán apareciendo directamente en digital y a través de este medio.  Poemas de tránsito, como estamos todos en medio de esta  pandemia, y a ver si se sobrevive y llega al otro lado; al otro extremo de este –famoso por su peligrosidad– tan sinuoso serpentín.


sábado, 9 de enero de 2021

Variante del corazón

 


No creo que haya que reconciliarse con la naturaleza

Éste es un mito estúpido porque todo es naturaleza

Tanto la distopía como la utopía

El empaque mismo en que vienen las cosas

No tengo alma para los cerdos ni los pollos de la granja

Tampoco para poner mi atención sobre aquella probeta

Que demuestra que todos tenemos el virus de la vida

Un pececillo que sobrenada sobre natas y excrementos

Al que dan igual las granjas como los edificios

Y se instala efímeramente sobre cualquier cosa

Incluso si es preciso dentro de nosotros

Y a ver cómo pica

Cómo revienta y pone en vilo

En calamitoso estado de postración

Todo aquello que íbamos considerando vida

Vivo viviente y la lista completa de sus altisonantes sinónimos

A ver cómo quema

Cómo estalla

Cómo perturba tu corazón

Último refugio de nuestro cuerpo

En el que por un momento olvidamos

El sexo, las piernas, la terca angina de pecho

Cómo tu corazón lucha solo y sin escudo ninguno

Contra la vida

Y gana siempre y sin atenuantes la derrota

Porque únicamente el corazón la sobrevive

Y siempre ha sido muchísimo más que la vida

 

©Pedro Granados, 2021


 


miércoles, 6 de enero de 2021

SAMAYPATA HEIGHTS

 


I

Samaypata is a small Macchu Pichu,

they tell us. And the people is right.

An hour and a half it costs to leave behind

the heat of Santa Cruz de la Sierra.

And settle down. Pass

through the needle eye of its streets.

Without touching the stone.

Without putting your nose on the cold rock.

Know that Samaypata awaits us.

To die. To live

maybe even more this way.

With its gentle architecture under our feet,

that tells us.

With its unfathomable screen of air,

that illustrates us.

Samaypata and the art of dying,

to go dying while we fall

in its deep well.

Same as in Macchu Picchu.

Although Samaypata is personal death,

not community or sidereal. Just individual.

One day we went there

with our india camba

long hair, strong and dark.

One day we went there, in Lima,

when we were kids

and we played around

to one of its dusty huacas.

The goal was death

but we did not know this yet.

And the joy

the same joy as now. Dark joy.

Without putting your hands on the hard rock

nor closed eyes on the cold stone.

II

We belong to such an old family

like that of the first men of the plain.

Although in the mountains they also find

our ashes.

Make love on my camba

It is like entering a wall.

How to make love to a black rose.

Samaypata is the female

hidden among the foliage.

Legs and hips of a woman.

And doggy  tits.

So was that dark girl.

And your cock turns to leather.

For continuing to lie on the stone.

And your teeth stick out and your arms

to better bite and hug her.

And your calves get rubbery

to boost you

and get to know the art of dying in Samaypata.

Without breathing the stone or licking the hard rock

nor lie face down at the bottom of the abyss.

III

The return from Samaypata

brought me here.

That it is not Samaypata, this is clear.

That it’s not me either.

That he is nobody, perhaps. If not, alone

a certain mirage of lights and tall buildings

on the patient grass.

IV

A delicacy can be

any bite.

That’s why you write despite

of your impure feeling.

There is no place or time

ideal. Thereforeyou

approach your head

to the abyss of paper.

Samaypata has left

a long trail of stars.

Of agglomerated stars of death.

Half an hour less lasts

the way back to the plain.

To the onslaught of heat

from Santa Cruz de la Sierra.

Storming the Boston cold.

Even if you live for now

inside the plane of your memories.

And the near future fact

be that of your own extinction.

Maybe in Samaypata.

Maybe touching the china itself

of those splendid stars.

With our drop of shadow confused

and happy among so many other shadows.

But you don’t know this yet. And that’s why you write

with your impure loneliness.

Half alone. Accompanied

half

There is no place or time

ideal


http://www.eldigoras.com/eom03/2004/2/aire31pgr02.htm