domingo, 28 de enero de 2024

Desaparecer un cuerpo

 


Desaparecer un cuerpo es lo más semejante a escribir un poema.  Este protocolo vuelve al poema semejante a ejecutar un crimen y desintegrar el cadáver.  Ata la cultura a la incultura, la paz a la violencia, la vida a la muerte.  Ácidos y otros insumos aplicados rápido sobre la piel, músculos, órganos, cartílagos y huesos hasta verlos deslizarse —juntos e indistintos–  en el alcantarillado de la bañera.  Aunque todo esto auto-aplicado, en primer lugar, contra quien escribe el poema; con análoga medida y similar efecto corrosivo sobre cuerpo y alma.  Sobre los recuerdos más tiernos o aquellos más humillantes.  Contradicciones y antítesis las cobija por igual la escritura.  Diluye la especificidad de lo humano en otra y mayor dimensión. El aroma del mar o el verde amarillo de la retama en primavera.   Luego de aplicarme a pensar, parsimonioso y concentrado, no hallo otra cosa que mis ideas ensopadas entre los resbaladizos meandros  de mi cerebro.  ¿Qué joya me llevo sino el deseo de ser todavía más humano?  Olas, lluvia, desierto, noche y tempestades.  P.G.

Dedicado a Rodolfo Fuentes, fallecido hace poco en Cumbayá de Quito, y a su compañera María Eugenia.


lunes, 8 de enero de 2024

El poeta más odiado del Perú

 


El mote se le ocurrió a Vladimir Herrera, un día en el Cuzco, hace ya varios años.  Frase que debo agradecer porque de algún modo me hace semejante a Sócrates, acusado de ser: “culpable de corromper a los jóvenes y de no respetar a los dioses que respeta la ciudad, sino a otras divinidades nuevas” (Diálogos).  Habladurías frente a las cuales, en resumidas cuentas, el griego se defendería de la manera siguiente: “pienso que puedo presentar un buen testigo de que os digo la verdad: mi pobreza”.  Entiéndase, por un lado, no ostentar boato alguno ni beneficios ilícitos. Y, por otro lado, Sócreates no habla aquí de mi miseria, ni el considerarme damnificado de algo, ni el procurar –para facilitarnos la existencia–  permanecer en nuestros escritos ciegos o ajenos frente a la manipulación del poder.  Toda la historia de la literatura, incluida aquí la filosofía, se juega en esto; en la conciencia de nuestra radical pobreza y desnudez como paso previo para asumir nuestro oro  y vestir nuevas y mejor aderezadas ropas.  Cuniraya Viracocha ante el desamor de  Cavillaca, José Lezama Lima a partir del amor de José Martí, Góngora ante el mar que no es sordo, Grau en Punta Angamos, José María Arguedas acorralado por la academia local e internacional, César Vallejo contra la última luz del crepúsculo, el fervor de Clarice Lispector por la nada,  Jorge Eduardo Eielson de bruces sobre la mansa arena.  Sin odio no existe lo contrario, sin pobreza no hay abundancia, sin inteligencia o talento queda sólo, en poesía, un juego exibicionista, banal y estéril.  El poeta más odiado del Perú, qué grato sería fuera esto cierto y qué inmenso honor consideraríamos merecer aquello.



domingo, 7 de enero de 2024

VICE – SECHURA

 


Para Amálio Pinheiro

I

De Sechura las garzas

Invisibles

Y asimismo las cabrillas

Harto visibles

Ignoro si amagamos la pandemia

Con la tantísima canícula

Donde fueron muriendo los garzas

Y más aún las nociones de lo mío

Y lo tuyo

Pero nunca las cabrillas

De un solo ojo

Que andaban rajadas por la mitad

Tal como mi oscilante alegría

Un solo ojo para orientarse

Y para hacerle compañía al sol

Rajado él mismo

Como la cabrilla como nosotros

Como casi todo

II

La gente sale del manglar cada día

Porque también nació de él

Y emerge de él hasta con el tiempo

Volverse una costra dura

Una mácula una pétrea espuma

Insignificantes en medio del desierto

Nosotros hemos bebido y comido

De aquella entraña

Es decir

Hemos conocido el sabor de la arena

Y desde los pies nos hemos impulsado

Cotidianamente

Fuera de aquel imantado fango

De labios tan ávidos como untuosos

III

Viajar en moto taxi sobre aquellos desiertos

Es idéntico a remontar el cielo

Olvidarse de lo más elemental

Y no por ello

Adosarte a una fe palpable ostensible práctica

Una vaina de algarrobo  seca y dulce

Ante pesadísimo tráfico

Briznas al sol

Garzas en huesecillos

Polvareda de remotas civilizaciones

¿Cómo irías a condenarte

Entre tanto amarre a tu corazón

Y en medio de este fango?

© Pedro Granados, 2021