domingo, 3 de septiembre de 2017

SPINOZA-VALLEJO

Mis manos juegan con el poema
Como con una pequeña piedra
Dedos sin huellas digitales
Piedra que un perrito lame
Mientras estropea
Todo lo delicado que toca.
Pero todavía así y a pesar de todo
Pequeñas piedras como las que
Lanzamos al cielo y éste
Invariablemente evita.
Piedras como el agua que recordaba
Como mi alegría entre las mariposas
Y los pájaros
Que se desprendían de aquel huerto.
Piedras como dados
Piedras como pezones
Que un día sustraje u otro día
Quedaron entre mis manos
Como sin darme cuenta.
La mente es todo nuestro cuerpo
Como lo entendieron Spinoza, el holandés,
Y César Vallejo, el de Santiago de Chuco.
Pensar con las manos
Recoger a través de ellas
Arrancar desbrozar uncir
Levantar muy en alto
Entre ambas el poema
Que también se va de manos
Y que es desde donde nos viene el alma
Pira de piedras
Precaria llama que activa
Pareciera que por capricho el poema.
Como sin darnos cuenta.

sábado, 2 de septiembre de 2017

Soledad impura: algunos comentarios

Diseño carátula: Marita Ibánez
Pedro Granados, Soledad impura (Lima: Edición del autor, 2009) 92p
ISBN: 978-9972-33-987-5
Algunos comentarios:
Paradójica y sabia poesía la de Pedro Granados. Desbordante de energía afirmativa en su dicción sobria, coloquial y filosa como el cuchillo de un carnicero taoísta. Ella sirve de refugio a un furioso, temible y tierno animal -ávido de eternidad en tránsito-, que olfatea y palpa el cuerpo erógeno donde confluyen la temible desnudez de la mujer, el neón seductor de la noche y la retracción desafiante de la página en blanco. Voz del desierto en la ciudad y el hueso. Palabra de una soledad y de un exilio que al decirse, crean el espacio de un posible encuentro. Poesía del acoso y de la pérdida, del apetito de altura y del fluir del mar…. La escritura de Granados intenta crear un “nosotros” en el peregrinar iniciático y en el desasimiento. Con desengañada dureza en ciertos versos cortantes, el sujeto nómada nos permite asomarnos a una geografía poética personalizada, que extrañamente logra transmitirnos un hechizo: las aproximaciones inverosímiles, los amorosos abrazos disyuntivos y el doloroso arte de vivir cayendo… Con Granados la poesía toca, ataca, explora la textura hiriente de las cosas, y descubre -como un Ulises que no llega nunca a Itaca porque el único asentamiento es el viaje-, que una posible y frágil salvación tan sólo nos aguarda en el goce fluyente del poema encarnado.
Armando Almánzar-Botello (República Dominicana)
Hay cierto minimalismo formal en la poesía de Pedro Granados, cuyo trabajo he venido a conocer sólo recientemente. Ello, sin embargo, no equivale a una reducción de la capacidad expresiva ni de la complejidad de su visión. Al contrario: el verso corto, la pausa constante ponen un énfasis particular en cada una de sus ideas. Estas parecen desenredarse progresivamente, como si buscaran ir más allá de lo dicho anteriormente.
He encontrado, también, algo ausente en mucha de la poesía reciente: un arriesgarse por el sentido, un sentido que no se esconde detrás de metáforas vagas. Me ha agradado en particular el tratamiento de las historias familiares, el peso simbólico o real del Perú y su pasado, y las reflexiones sobre la escritura poética, un tema presente en la mayoría de los poemas.
Alfredo Alonso Estenoz (Cuba)
Soledad impura es la ola de la tormenta perfecta que está por tumbarnos en su aparente quietud, pero que contrariamente nos mantiene maniatados en la zozobra: la de nuestra memoria, la de nuestra experiencia amorosa y la de nuestra vagancia trascendental por el mundo.
Juan Carlos Ramiro Quiroga, “Soledad impura entre pulp fiction y la gripe A” (fragmento) (Bolivia)
La voz poética es consciente de que la vida es una narración, es consciente de esa tensión entre muerte y lenguaje, entre vida y lenguaje. La vida es escritura y lectura, es un libro.
Jessica Freudenthal, “Pedro Granados, Apántropo” (fragmento) (Bolivia)
Puntualidad de lo cotidiano y abrigo de lo siempre presente, la poética de Pedro Granados es como una doble conjunción de espacio y tiempo. En ella, el mundo se despliega como un mapa de las emociones, pero, a la vez, como el esfuerzo por la conquista del lenguaje “otro”. Geografía de la pasión e inserción de ésta en la geografía material de los objetos que de alguna manera nos pueblan.
Gustavo Ruiz Pascacio (México)