“Vallejo era el principio y el fin” (JMA, El zorro de arriba y el zorro de abajo)
Variables:
MITO (M)
SOCIEDAD-HISTORIA (S-H)
INDIVIDUO (I)
Vallejo ← Ѳ
Esfera dividida en dos partes equivalentes, una superior y exterior, y la otra oculta (Trilce); con cada uno de sus puntos, al interior de ambas, asimismo equidistantes y con igual rango de valor respecto a una de la otra. El lenguaje, particularmente en Trilce, emana de esta línea divisoria entre aquella esfera. Trilce, en cinabrio: “El color del tránsito, el mediador entre el día y la noche” (Carlos Brignardello). Lenguaje liminar.
Eguren → Lenguaje simbolista. Mundo alterno y alternativo: Realidad/ Noche.
Adán: Asume este mundo, pero en sus fragmentos (Barroco). El sujeto poético no se otorga mucha importancia. El lenguaje brota desde (S-H) –al centro mismo del poema– tras sucesivos y cada vez más breves círculos concéntricos, luego de M e I; es decir, desde la desubicación y deterioro de I. Se adelanta al Barroco-coloquial (años 80-90) donde la poesía, respecto a los 50-60, ya no constituye de modo preponderante S-H; sino que existe también un espacio para un desubicado I. Narcisismo sin o con extremo narcisismo, aquello que va de Adán a, por ejemplo, la poesía escrita por mujeres en los años 80.
Guevara, Delgado, Romualdo, etc. El lenguaje parte de M, el círculo concéntrico más periférico o distante de I y S-H. Aunque de una lectura urbana de M, en términos de Socialismo. Paradigma sanmarquino (UNMSM) por excelencia, aunque con formación e imaginación. Y no la propuesta hipo real, y en automático, en la que derivó la poesía “sanmarquina” a partir de los años 70 y hasta hoy en día. Por ejemplo, incapaces de exorcisar al Covid 19 en sus poemas, se conformarían con abonar alguna teoría conspirativa sobre el tema.
Eielson [Varela] se halla ausente S-H, el mundo oscila entre M e I. Y el lenguaje emana desde la intersección entre M e I (semejante a Paz, “el instante”). Junto y de manera semejante a Szyszlo o a MVLL, ciertamente interesados en cultura y arte precolombinos, aunque con exclusión del “cholo calato”.
Sologuren, mundos paralelos y alternos de catadura trascendente –neorromántica o neoplatónica– de 1944 a 1960. Pero desde Estancias (1960), mundos paralelos y también alternativos, aunque de carácter radicalmente distinto: inmanente y de ascendencia multinaturalista (Eduardo Viveiros de Castro) o budista Zen. Aquello que en Eielson es significado y glamour, en Sologuren constituyen significantes listos –alfabeto– para una mediación conceptual y universal.
Hinostroza, el M(ito) del padre se halla al centro íntimo o entre S-H e I. Aunque I no logra reparar la frustración, carencias o humillaciones de M; sólo las repite y, al final, las hace suyas (M=I). Todo sucede en el ámbito privado de I. Semejante a Cisneros, aunque en el caso de este último aquellas frustraciones –impostadas o “sobrescritas” (Julio Ortega)– representan más bien las zozobras de una específica clase social; en el Perú, aquella de muy “discreto encanto” (I=S-H); de allí el fácil recurso para captar simpatías –uso y abuso–del monólogo dramático. Gesto que algún poeta de los años 80 (Montalbetti) quisiera incluso se eleve o merezca el premio Nobel.
Luis Hernández Camarero, mundo en carpe diem en plena época naturalista o “canillita” de Hora Zero. No existe el individuo, el lenguaje brota del estado de intersección o de gracia entre S-H y M (el mito de un Sol espléndidamente núbil). Es el primero que lee a Vallejo en clave gozosa, aunque no menos casual: “¿di, mamá?”.
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He leído mucho sobre el tema taller pero hasta ahora no había encontrado esta perspectiva. Como lectora, celebro la lucidez del autor”, Juana Porro (Argentina)