domingo, 20 de febrero de 2011
CYBORG ANDINO-CARIBEÑO/ Armando Almánzar Botello
Al poeta y crítico peruano Pedro Granados
Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
Desbordante de energía afirmativa
su dicción sobria lúcida coloquial y filosa:
cuchillo de un carnicero taoísta.
Próxima y remota:
Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
Ella sirve de refugio a un furioso
temible y tierno animal
-ávido de eternidad en tránsito-
que olfatea y palpa el cuerpo erógeno donde confluyen:
la temible desnudez de la mujer
el neón seductor de la noche
la retracción desafiante de la página en blanco…
Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
Voz del desierto en la ciudad y el hueso.
Palabras de una soledad y de un exilio que al decirse
crean el espacio de un posible encuentro:
la quena la pena el tambor y la mujer del sueño.
Poesía del acoso y de la pérdida,
del apetito de altura y del fluir del mar....
Alas: Olas presurosas… Hilos: Laberintos mestizos
de Ariadna indescifrada...
La escritura impertérrita del mito,
de lo mixto,
intenta crear un "nosotros" intensivo
en el peregrinar iniciático
y en el desasimiento.
Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
Conjunctio: Teseo y Minotauro.
Desengañada su dureza en ciertos versos cortantes
inédita criatura nómada permite
respirar la flor maravillosa de lo (im)propio
presentir la geografía ilegible de otros textos.
Y extrañamente logra transmitirnos
el hechizo:
Amorosos abrazos
disyuntivos: goces ¡mundos!
¡Doloroso arte de vivir cayendo!...
Con las manos del Cyborg la poesía toca
ataca explora
la textura hiriente de las cosas.
Fosforesce de nuevo la mágica evidencia:
¡lo palpable!
Ulises que a Ítaca no llegara nunca,
piensa: ¡el único posible asentamiento
está en el viaje!
El poeta dionístico dice:
la posible y frágil salvación
tan sólo nos aguarda
en los labios indescritos del enigma:
La belleza terriblemente fugaz que ahora amo,
¡siempre!
¡Oh latido secreto del rizoma
letra femenina de la noche
paragrama subterráneo de los cuerpos!
Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
En su página escribe lo que salva:
El goce fluyente del poema encarnado.