jueves, 12 de agosto de 2021
martes, 10 de agosto de 2021
A un joven poeta todavía
Ukulele o charango o ambos. Percibo que has alcanzado una frontera que divide lo acostumbrado de un otro posible. O, lo que es lo mismo, una página liminar donde ya no te convence todo lo anteriormente elaborado y tienes expectativa de lo que vendrá. Aquel amor que en tus versos es un pretexto para bucear, constituye más bien ya un tópico, algo incluso molesto del que debes sin mueca alguna deshacerte. Tus potencias creativas y tu imaginación están allí, pero falta una chispa que no sustituye la reflexión que ahora atizas. Lo tuyo es estar loco, siempre loco, mantenerte a salvo –al menos para la poesía– en este noble estado de flotación. Encarna en tu gata, pero no escribas sobre ella, esta puede ser una entrada decente a un mundo tan necesitado de aquello hoy en día. Ni utopía ni distopía, sí posantropocentrismo. Rechaza todo gesto didáctico, lo tuyo es la creación. Encuéntrale la vuelta a la política, juega a espaldas de los defensores de la ética; aquel espacio creado sobre el gramado, justo frente al arco rival, es por donde debes precipitarte como una tromba. No se niega la política ni la ética, pero se la mira al trasluz de la poesía. En otra época se calificaban y punían las intenciones; sin embargo, hoy no existiendo las intenciones, tampoco éstas podrían evaluarse. Una cartilla de buen comportamiento rige nuestras vidas, las públicas y las privadas. Nos vamos quedado sin aire para respirar y, el aire, es lo mínimo para que pueda sobrevivir también la poesía. Que es el viento mismo, la gracia abundante, la rotunda y fiera belleza. Aunque esto, hoy en día, pareciera que tampoco lo sabemos aquilatar. Y sólo anhelamos encajar en ser ecológicos, holistas, “buenas personas”; previsibles en todo, en suma. ¿Qué cómo andan los poemas que me has enviado?, pues bien y ahora mismo publico en mi blog alguno de ellos. Pero no por las huevas sabes tocar el ukulele.
(A los jóvenes poetas, sobre todo de mi país, sepan tocar o no el ukulele)
lunes, 9 de agosto de 2021
HUMAREDA(S)
Como su nombre lo indica
Incienso
No hablo aymara ni quechua
Pero entiendo perfectamente
La mueca del beodo
Del que lleva el íntegro de su mundo interior
A la playa desierta de su mirada
Lo oculto jamás es mayor que lo evidente
Y el hombre acaso sea una bolsa de mierda
Lo dijo un español, no Goya ni Quevedo
Un muchacho que atendía por ahí
En su bodega de ultramarinos
Aunque Humareda serían las heces del ángel
Como la poesía de Martín Adán
Otro borracho que a veces permitía
Oteáramos su chispa
Humareaba tras el mismísimo “orgasmo de Dios
Hecho para cisma”
En fin, que muy en el fondo Víctor y Martín
Serrano y costeño
Son exactamente lo mismo
Como que ambos se meaban
Dentro de sus pantalones
O que en el fondo
No les interesaba ni hembra ni varón
Imantados a la maniobra
Aprendida y mejorada con la práctica
De encaramarse de un salto
Sobre su alfombra mágica
Y coincidir ambos sobre el cerro más próximo
De Lima
Para contemplar desde allí
No sin discreto deleite
Lo bien hecho que estaba el mundo (Jorge Guillén dixit)
Dos zorros jugados a cuchichear
Lo que ya de sobra conocían
Y sin perder de vista jamás
El cierre de la chingana más próxima
Ni varón ni varona
Como le acomodó también
Aunque con sus altibajos
A Jorge Eduardo Eielson
“Sucede que me canso de ser hombre/
y también de ser mujer”
Pero sin que hallemos tal romanticismo
En la catadura clásica de Adán o de Humareda
Atentos los dos a su ponche de invierno
Tanto como Góngora, en aquella inolvidable letrilla,
Lo estaba a sus castañas asadas
Que yo no sé quechua, aymara tampoco
Ni entiendo cosas de borrachos
Únicamente en español
©Pedro Granados, 2021
martes, 3 de agosto de 2021
y ante mí mismo. Hondos
costados los del mar. Oscuros
sus sobresaltos.
Una herbívora gaviota lo sobrevuela,
me sobrevuela.
Confrontado con mis seres queridos,
con mis queridas amistades.
Haberlos traicionado a todos.
Menos en la desnuda lágrima.
Menos en el deseo incandescente.
Yo soy otro hombre ya.
Alguien que abre puertas
y se marcha. Algún otro que no busqué.
Que vino así y me fue tiñendo
desde los calcetines hasta el gorro.
Alguien que abre su puerta
y se va. Que ya se marcha para siempre.
Pedro Granados
Confrontado diante da poesía
e diante de mim mesmo. Profundas
bordas do mar. Escuros
os seus sobressaltos.
Uma herbívora gaivota sobrevoa.
me sobrevoa.
Confrontado com meus seres queridos,
com minhas queridas amizades.
Tê-los traídos todos eles.
Menos na lágrima desnuda.
Menos no desejo incandescente.
Já sou outro homem.
Alguém que abre portas
e vai embora. Algum outro que não procurei.
Que veio assim e foi me tingindo
desde as meias até o gorro.
Alguém que abre a porta
e se vai. Que vai embora para sempre.
Tradução de Antonio Miranda
Extraído de
POESIA SEMPRE. Número 28. Ano 15 / 2008. Rio de Janeiro: Fundação Biblioteca Nacional, 2008. 246 p. Editor Marco Lucchesi. Ex. bibl. Antonio Miranda
lunes, 2 de agosto de 2021
lunes, 5 de julio de 2021
Javier Sologuren: elogio de las putas
-Si hubiera sabido que era putañero, jamás lo hubiera leído, nos dijo una tarde en el Cuzco Rodolfo Hinostroza. En concreto, en Ran Huaylla, mientras nos disponíamos a beber una infusión o algo más fuerte, no recordamos esto con claridad, en los pagos de nuestro amigo Vladimir Herrera.
Poeta motejado de “puro”, en el Perú, respecto a aquellos “sociales” de su misma generación: Alejandro Romualdo, Washington Delgado, Pablo Guevara, entre otros. Como si dedicarse, en sus versos, al cuidado de la naturaleza y ser militante de una perspectiva simétrica de la existencia fuese cuestión de “puros”. Poeta sin crítica, todavía; salvo, acaso, Roberto Paoli, Anna Soncini y otro poeta compañero de ruta, Jorge Eduardo Eielson. La ética nos tiene realmente jodidos, cogidos de la vulva o de los cojones de nuestra imaginación. Ética, puritanismo, cedazo previo sea de estirpe comunista o capitalista, en esto coinciden ambas maneras de ponernos diariamente la máscara. Y es por este motivo que el pensamiento o la poesía constituyen siempre una excepción; algo que de modo invariable aceptamos o digerimos a posteriori. Mientras, en el aquí y el ahora, seguimos contando, hasta el hartazgo, las sílabas métricas de los versos del autor de Vida continua, reparando en su rica intertextualidad o en la confluencia allí de varias lenguas o culturas (oriente y occidente). En pocas palabras, insistiendo en reconstruir el archivo de tan caro secreto profesional. Cuando lo suyo fueron precisamente las putas, como en el caso de Arguedas, Vallejo y paramos de enumerar. Aunque la estirpe de la búsqueda –y encuentro– en los burdeles de Sologuren fuera un tanto distinta al de la catadura trágica, en Arguedas, o al del entusiasmo siempre adolescente en Vallejo. El puterío de Javier Sologuren fue el de encontrar el yin para el yang de esta existencia; el de toparse con la compacta obscuridad justo detrás o más arriba que esta luz. Las putas constituyeron la terracota, imprescindible, de cada una de las lúcidas cuentas de su poesía; por ejemplo, de Estancias (1960). Terracota previa a su aguda inteligencia, a la metamorfosis, al fuego abarcador y abrasador de Sologuren por todo lo que viviera.
–Los que dividen son aquellos denominados poetas “sociales”, nos dijo una vez, no recordamos ya si en Los Ángeles (de Chosica) o si en su casa de Jesús María. Pero el tiempo, el cual constituye asimismo otro yin y yang, le ha dado toda la razón o le va otorgando su merecido reconocimiento. Cómo es posible en un país de pobres, bicentenariamente colonizados, manipulados hacia los clips de la Tele y la pornografía de la Internet, ser meramente poetas “sociales”.
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