Ukulele o charango o ambos. Percibo que has alcanzado una frontera que divide lo acostumbrado de un otro posible. O, lo que es lo mismo, una página liminar donde ya no te convence todo lo anteriormente elaborado y tienes expectativa de lo que vendrá. Aquel amor que en tus versos es un pretexto para bucear, constituye más bien ya un tópico, algo incluso molesto del que debes sin mueca alguna deshacerte. Tus potencias creativas y tu imaginación están allí, pero falta una chispa que no sustituye la reflexión que ahora atizas. Lo tuyo es estar loco, siempre loco, mantenerte a salvo –al menos para la poesía– en este noble estado de flotación. Encarna en tu gata, pero no escribas sobre ella, esta puede ser una entrada decente a un mundo tan necesitado de aquello hoy en día. Ni utopía ni distopía, sí posantropocentrismo. Rechaza todo gesto didáctico, lo tuyo es la creación. Encuéntrale la vuelta a la política, juega a espaldas de los defensores de la ética; aquel espacio creado sobre el gramado, justo frente al arco rival, es por donde debes precipitarte como una tromba. No se niega la política ni la ética, pero se la mira al trasluz de la poesía. En otra época se calificaban y punían las intenciones; sin embargo, hoy no existiendo las intenciones, tampoco éstas podrían evaluarse. Una cartilla de buen comportamiento rige nuestras vidas, las públicas y las privadas. Nos vamos quedado sin aire para respirar y, el aire, es lo mínimo para que pueda sobrevivir también la poesía. Que es el viento mismo, la gracia abundante, la rotunda y fiera belleza. Aunque esto, hoy en día, pareciera que tampoco lo sabemos aquilatar. Y sólo anhelamos encajar en ser ecológicos, holistas, “buenas personas”; previsibles en todo, en suma. ¿Qué cómo andan los poemas que me has enviado?, pues bien y ahora mismo publico en mi blog alguno de ellos. Pero no por las huevas sabes tocar el ukulele.
(A los jóvenes poetas, sobre todo de mi país, sepan tocar o no el ukulele)