domingo, 11 de mayo de 2025

Celeste del Carpio Bramsen: Arcos metropolitanos

 


Celeste del Carpio Bramsen (Lima, 1997), Arcos metropolitanos (Lima: Personaje secundario, 2024).

La autora vive en Dinamarca desde el 2004.  Poeta encantada.  Libro que de inicio a fin sostiene su nivel.  ¿Cuál es éste?  Hacer de este mundo cruel un paisaje de chocolate al cual inmediatamente devoramos, tan ansiosos como estamos de comer poesía y no únicamente escuchar quejas, frustraciones, tentaciones de ensimismamiento y, en general, al “pantano del mí”.  Ni, tampoco, claudicaciones a la escritura: nuestros esfuerzos en la materia constituyen inevitable palimpsesto, atravesamos en poesía una inevitable edad de hierro.  Por el contrario, todo se halla, en este extra-ordinario primer poemario de Celeste del Carpio Bramsen, vivo y convocante y como recién nacido; y el medio por el que se interactúa aquí con el lector son los sentidos o, tal como en César Vallejo, el pensamiento convertido de antemano en tacto: el guante del lenguaje dado vuelta.  Uno se pregunta, este envejecido poeta indaga, ¿en qué fuente abrevó la poeta toda la naturaleza --“y cada uno de sus granos de arena”-- de un solo sorbo y para siempre?  No sólo es el ritmo asordinado del diálogo y de la cuita (con un ser un tanto indeterminado), ni las palabras que por lo general (Saussure, más radical, diría siempre) se hilvanan una detrás de otra sobre un espacio abstracto y más bien soso.  No.  En Arcos metropolitanos o arcos iris (celebradas bandas de color nunca solitarias) transversales al campo o a la ciudad, las palabras no se distinguen de la respiración ni ésta del paisaje.  Lenguaje acompañado.  Sujeto del lenguaje en compañía.  Contra los versos concebidos apriorísticamente –tesis, ética, compromiso-- aquí, por el contrario, surgen al compás de la poesía.  ¿Y qué dicen?  Absolutamente nada porque, más bien, nos reconstruyen desde el cuerpo, la mirada y la naturaleza.  Versos que toman al lector cual si fuera un abandonado cubo mágico y, muy físicamente, retoman la labor; ordenan lo desordenado o desordenan lo demasiado ordenado.  Lo que quieran decirnos resulta excesivo e incluso acaso obsceno: concederle una vanidad más a nuestra inteligencia pro occidental. ¿"Cómo cosa así vacía" (Martín Adán dixit)?  Por la radical confianza en la poesía y la pasmosa experiencia del sentido (mayor y mejor que el cogito), las cuales de ningún modo debemos tomar por ingenuidad: “La verdad está de nuestro lado/ pues nada es más auténtico que lo que se desmorona”.  Confianza y experiencia, ambas, honran este poemario y lo tornan un auténtico acontecimiento tanto de la reciente literatura peruana como también de la poesía danesa (Søren Ulrik Thomsen o Inger Christensen).  Se constata lo más potente de las dos literaturas, su vocación multinaturalista o posantropocéntrica; en una sencilla frase, aquello de hallarse volcadas a la naturaleza.  P.G.

Después de ver Jag Ar Nyfiken (1967)

Un poema documental, donde no haya

lugar para el por qué y el cómo; que la realidad

nos cuente una historia de la misma forma

como cruzamos un río (“5”)

 

Un viejo afiche de supermercado parasitando el muro

de nuestra habitación.  Todo lo demás en mí es visionario (“15”)

 

La cama que no responde por los cuerpos que albergó

me restituye el sordo embate de lo autobiográfico (“35”)