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En algún lugar de mi mente el sol es una bestia engrilletada, el firmamento un campo de batalla en donde hemos perdido sin piedad. (James Quiroz)
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Non venimos a este mundo
para ficar reclamando de todo
com uma feroz kara de kulo
y después morir de tédio
entre hermosos arboles gigantes llenos de cigarra (Douglas Diegues)
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Perú y Paraguay tienen absolutamente todo en común, un mismo Amaru (serpiente emplumada) repta y aguarda agazapada. Una serpiente o un Inka. Así que la alegría está asegurada y, entonces, no se admiten poemas melancólicos ni aquellos que se quedan paralizados o indecisos incluso ante el horror. A todos acuchilla sin distingos, Trilce, que no precisa de metáforas (aquí a discreción y con notables aciertos); sino, más bien, de una cierta actitud. Como que la hormiga regresa indefectible a su hoyo; como que las poetas y los poetas envejecen, también, pero no la poesía. Cuando ésta, sobre todo, está escrita por animales o plantas que semejan humanos o piedras que de un momento a otro se encabritan. De manera paulatina, aunque cada vez más viva, vamos asumiendo en toda nuestra región (Latinoamérica, dicen) nuestra herencia amerindia; necesariamente simétrica (recortados al rededor de nuestra túnica: búhos, pasto, la noche) y, por lo tanto, no excluyente. Tampoco folklórica (con tanto que nos gusta bailar el chamamé). Sino, por el contrario, ávida y aglutinante; prueba de ello, como ejemplo muy reciente, la película The Banshees of Inisherin, la cual se observa mejor desde la mirada de un burrito. Oxidente dándose cuenta de que el multinaturalismo o perspectiva amerindia va derecho al cementerio de los elefantes.
Antología de poesía paraguayo-peruana, a publicarse este año en Asunción. Desde una muestra muy significativa, enviada a nosotros por Cristino Bogado (Paranaländer), hemos elaborado el presente papelito. P.G.
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