Huacos eróticos
I
Hagan una cerámica
de nuestros cuerpos
los nuevos habitantes
de este país.
Somos nazcas o mochicas
en nuestros movimientos.
Aún no estamos enterrados
continuemos.
II
Sus dientes blanquísimos y apretados
destilan saliva y atrapan
el más tenue rayo de luz.
Y no es como alta montaña,
sino como duna del desierto.
Así han de conservarla en la arcilla.
III
Yo jamás toqué su cabellera
a la hora del amor.
Había de conservar su cuerpo libre
en aquellas primeras algas
que salían brillantes del mar.
IV
Es cierto, sus piernas
son tan densas como el lodo
y su cintura tranquila.
Pero ella sabe excitar
desde sus ojos,
desde la pródiga manera
en que se desnuda.
V
Quizá deberían
ignorar su ternura,
la forma lenta y sabia
como dispone sus miembros
al amor,
la incandescencia en su piel.
Todo aquello será muy difícil
de plasmar.
JUEGO DE MANOS (1984)
Camino a Puruchuco
Dos tetas y un pene
a todo lo largo.
Una luz.
Un cometa
en la órbita precisa
de tu vagina.
Así percibo estas ruinas.
Restos del camino incaico
que iba de Pachacamac
a mi alma. A Puruchuco.
Sin más lenguaje
que un improvisado
trabalenguas.
Sin más trámite
que el amor de su mirada.
Mi hermano Germán.
Que no se bañaba
aunque el sol ardiera.
Y no dudaba del amor
pero ni un solo instante.
El eco de un gruñido
y una bala pensativa
que se incrusta
como Alicia
a través del ano.
Lugar privado y maloliente
pero de astros relampagueantes
y de boca en vilo:
por lo absorta y agradecida.
Las palabras son personas concretas.
Jamás metonimias de un sistema
inferido. Ni un sesudo pensamiento.
Diverso, fluyente, encrespado,
jadeante, testarudo
chasqui de pies y brazos
y rostro de bala.
Lívido.
Como mi corazón palpitante
y a la intemperie.
De Amarus (2015)