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Todos leemos y escribimos desde un lugar (cultural, social, retórico, etc.) y ser cada vez más conscientes de ello ayuda a volvernos no sólo más lúcidos de nosotros mismos, sino a desarrollar de un modo más personal nuestra propia escritura. Si deseas ensayar o desde ya cultivas este género, mediante una conexión virtual leeremos juntos tus poemas, potenciaremos tu producción literaria y publicaremos tu trabajo en este portal o en otros semejantes. Contacto: pedro_granados@hotmail.com
Junto a Julio Juvenal (de aquí lo de “Juvenal Agüero” en mis novelas cortas), el de pelo oscuro, mi hermano mayor.
Recién salidos de una diarrea impenitente donde, hace un par de días, nuestra opinión acaso hubiera sido mucho peor, estimo que escribí para –sin intentar ni pretender ni, menos, desvelarme– devolver mi experiencia de la poesía al papel. Conforme avanzó el tiempo, incluso con menor cuidado; ya los fundamentos habían sido asimilados; y lo que había que hacer era disparar, hurtar, sicariar al lector tal como venía la mano. Abuso de confianza de mi parte que, a veces, más bien en los ensayos, no ha sido muy acertado hacerlo (sobre todo si pensamos en introducción, desarrollo, conclusión). Pero que en la poesía, tampoco en alguno que otro ensayo, tiene antecedentes; aunque no iguales en el mundo entero.
Practico una crítica ontológica, es decir, cada uno de nosotros nacemos para hacer algo en esta vida; pero la que eligieron la inmensa mayoría de los líricos actuales no fue la correcta. Siempre hay chance para reparar en esto y arrepentirse, aunque ignoro si sea para ganar el cielo. Qué es lo que quiero decir, que los poetas consagrados (en demasía) no hagan el juego a la institución literaria que les da la teta; porque el status que ocupan no se los da la poesía, sino la institución que los manipula; absolutamente nada más. Respecto a los que recién publican, y luego de un sincero acto de contrición, pregúntense ¿pa qué? (Nicanor Parra dixit). Crítica desde los cojones antes que desde alguna teoría, crítica desde los libros y las certeras mentadas de madre que educaron nuestros oídos.
No espero absolutamente nada desde los fantoches que representan la poesía de aquí o de acullá. Lo que merecía ya lo recibí. Y recibí de sobra lo que merecía.
Estoy a punto de escribir desde el otro lado
Roto ya y sin motivo alguno
Sin ninguna motivación
Salvo
Por el solo hecho de escribir
Incluso más lejos de la muerte
Incluso más cerca de la vida
Escribir sin manos como el pez
Ni hocico ni pies ni mirada
Salvo
Por irresistible adoración estremecido
© Pedro Granados, 2023
Poesía pegajosa, cómo no; mejor dicho, sweety Spanish, el grano de la voz que alcanzamos a escuchar aquí. Voz que no va a ninguna otra parte, y apurada en sus convencionales finales a estos poemas, más que a sí misma. A una suerte de íntimamente no acreditar (muy distinto a no creer merecer), aunque siempre relativos, su vasta audiencia y éxito mediático. Probablemente los adeptos a LGM me tildarán de mezquino o incluso de envidioso, qué le vamos a hacer, aquél es ya un ultra publicado; mientras su servidor continúa adolescente y desconocido. Pero jamás desorejado ni adulador de melancolías; de música hecha acaso para intentar conjurar, cada fin de semana, nuestro hórrido día a día. Conformes con nuestro salario, lugar en el mundo, ubicación en alguna de las tantísimas y variopintas subculturas del orbe. Luego de ser planchados por estos versos deberíamos salir muy contentos a la calle, aunque nuestra camisa dominguera tenga un roto y le falten algunos botones. LGM, no me lo creo. Nunca me lo creí. P.G.
TEXTO RELACIONADO:
Corría el mes de agosto de 1988 en El Escorial. Nos encontrábamos gozando de una beca al Primer Curso de Verano de la Universidad Complutense de Madrid. En un recinto abarrotado, de iniciados y de público en general, se asistía a algo así como a una sucesión en el trono o al cambio de posta en alguna final de prueba olímpica. Incómodamente embutido en una silla de ruedas, hallábase en lo alto del proscenio el poeta Rafael Alberti; también la figura con aire adolescente de Luis García Montero. El poeta mayor, pues, cedía los lauros, monitoreaba, empleaba sus buenos oficios –no sabríamos cómo precisarlo– a favor de uno joven (andaluz como el autor de Marinero en tierra) e importante gestor de lo que llegaría a denominarse –un poco más tarde– “poesía de la experiencia”.
Después de los discursos de orden y la lectura de algunos poemas de Alberti, le tocó el turno al granadino. Aunque en ese entonces no conocíamos su obra, fuimos testigos incrédulos de lo bien que se pagaba en España el fácil recurso a la eufonía, y del montaje oportunista de cierta prensa capitalina…
Desde otra margen: La última poesía española
I
Los lobos marinos
alzaron su canto
solicitando amor al cielo;
sólo Venus los escuchó
y la luna brilla desde entonces
en sus hocicos.
II
Entre las rocas,
en los acantilados y farallones
donde el aire es fresco silencio
y el deseo no tiene límites;
donde el mar no es una encrucijada sino
fugitivos cangrejos
o pulposas estrellas;
los lobos marinos muerden en el agua
igual que en sus compañeras,
y encuentran los mismos peces.
Jamás hubo secretos para ellos.
III
Por las tardes,
el sol despoja sus pétalos más íntimos
sobre las aves;
el mar se despeina en los farallones
y las familias de lobos
se desprenden de las rocas.
Cuando la orilla inclina el mar
a la ciudad.
Pedro Granados, Juego de manos (Lima: Los Reyes Rojos, 1984)
OTRO POEMA DE JUEGO DE MANOS:
A Tilsa Tsuchiya
No hay color que no palpite
y no nos abra a la vida,
no hay rosa, no hay oficio conocido
o desconocido
que no nos diga de detrás, de siempre,
que no nos llame discretamente
en las sienes.
Hay rosas, hay sensaciones extrañas
como un collar radiante,
como un abrigo tibio,
como una precipitada cascada
que persigue a los peces más jóvenes
para acariciarlos.
No hay extremo, no hay orden
ni desorden ni aventura
ni recuerdos,
todo es un solo oficio,
todo es un solo puente,
todo es un solo brillo de sol en el agua,
en la lengua, en los dientes.
No hay partida, no hay retorno,
no hay lejanía.
Sólo una hermosa col
con sus hojas frescas y calladas.
Contenidos:
PEDRO GRANADOS AGÜERO, asesor:
Doctor of Philosophy (Hispanic Language and Literatures), Boston University; Master of Arts in Hispanic Studies, Brown University; Bachiller en Humanidades, PUCP y Profesor de Lengua y Literatura del Instituto de Cooperación Iberoamericana, Madrid-España. Producción:
Crítica: Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo (2004), Vallejo sin fronteras (2010), Autismo comprometido: Sobre poesía peruana reciente (2013), Breve teatro para leer: Poesía dominicana reciente (2015), Trilce: húmeros para bailar (2014). Trilce/Teatro: guión, personajes y público (2017), Trilce manifiesto (2022).
Poesía: Sin motivo aparente, Juego de manos, Vía expresa, El muro de las memorias, El fuego que no es el sol, El corazón y la escritura, Lo penúltimo, Desde el más allá, Poesía para teatro, Poemas en hucha, Activado. Amerindiso/Amerindians, La mirada.
Novelas: Prepucio carmesí (2000), Un chin de amor (2005), En tiempo real (2015), Prepucio carmesíay otras novelas cortas (2013), Fozi Lady (2018),
Traducciones: Sensory Overload / Sobrecarga sensorial, de Sasha Reiter (2020)
Parte de su obra ha sido traducida al inglés, portugués y alemán.
Fue jurado de la I Bienal Internacional de Poesía Copé (Petroperú) y participó en el Cuarto Festival Internacional de Letras “Jaime Sabines” (Chiapas). Cuenta con más de 30 años de docencia en prestigiosas universidades e instituciones en USA, México, Brasil, Bolivia, República Dominicana y Perú. Actualmente preside el Instituto Vallejo sin Fronteras (VASINFIN).
“sin valor es estéril la sabiduría”
Baltasar Gracián
AUTOMATICAMENTE
As pessoas saem ao sol.
São animais em busca de luz.
Estão em busca de um lugar
para exercitar sorrisos,
querem dizer “eu te amo”
mas não podem.
Quisera poder encontrar um botão
que matasse todos automaticamente,
automaticamente.
BIOGRAFIA DO ESCRITOR
O e-mail se tornou um cemitério
de originais enviados e não respondidos.
Hay varios lenguajes y distintas nociones de las humanidades (cosa que en sí misma no está mal, salvo cuando el escritor no lo sabe) disputándose los poemas de Márcio Costa. Nosotros apostamos, entre aquellos nostálgicos u otros demasiado pensados, por estos que figuran aquí, de hueso y pellejo. Porque, tal como nos dice Roberto Arlt en Los lanzallamas: “Mas hoy, entre los ruidos de un edificio social que se desmorona inevitablemente, no es posible pensar en bordados”; máximo si, como Costa, somos de la “selva” (Acre, Brasil). Entonces, ya que la metafísica occidental es verdaderamente la fons et origo de todos los colonialismos (Eduardo Viveiros de Castro), nuestro autor tiene todo el derecho para destruir y quemar lo que le venga en gana; hasta que el poema quede como galvanizado, es más, pura luz de tanto fuego. Aunque para insistir en ello, ni se diga lograrlo, son varios los factores que entran en juego, y que no tienen ya que ver necesariamente con la literatura. Volviendo a Arlt: “Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero, por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en los salones de la sociedad”. Márcio Costa, sopesa en sus versos todo lo anterior y, desde ya, rubrica lo más importante entre lo que nos testimonia el célebre escritor porteño: “Me atrae ardientemente la belleza”. P.G.