Te acostumbraste a que te digan poeta
En primer lugar tu estoica mujer
Y he allí tu principal problema
Como otros se acostumbraron
A aparecer en las gacetillas
De los periódicos de su barrio
O mencionados por sus alumnos
A modo de quedar bien con el poeta-profesor
Y así aprobar la materia
Aunque sin necesidad de seso
Ni rastro alguno de poesía
Salvo el conminar a toda costa
A que te aplaudan
Y sin incluso reparar
En perder a tus amigos
O mejor cabría decir
Supuestos subordinados
Obvio, previa mirada
A la grosura de la soga
Con la que decides romper
Calculadores sois entonces
Usureros y aprendices
De manipuladores
Muchísimo antes que poetas
Aunque de tiempo en tiempo
A escondidas de tu mujer y de tus
Todavía incondicionales
Pergueñes tu verso gratuito y solitário
Y luzcas allí sí tu verdadero rostro
De avejentado cachorro de león
Uñas gastadas pocos dientes
Y definitiva cabeza gacha
Va a “Libelos”, poemario en preparación.