Caribe, para sacudirse de Pablo Neruda.
Cono Sur, para que en nuestro contrato con el lector no intentemos, desde un principio, pasar por sujetos listos.
Brasil, para que nuestro performance (cuerpo y
ritmo) aterrice mejor en nosotros mismos y luego, y con más potencia, en
el papel u otro soporte a través de la escritura. No estamos
conminados a la poesía de autoayuda (“acción poética”); ni, tampoco,
limitados a trascribir en portunhol selvagem.
Andina, para que leamos en su real expresión, de modo gozoso, a nuestro César Vallejo.
Amazonía, para sacudirse del espejismo y culto de
los medios –exotismo, multiplicidad de lenguas u otros mimetismos– y
optemos siempre, más bien, por las sensibilidades (ejemplo, la poesía de
Luis Urteaga Cabrera); éstas, nuestra lengua común.
Latina (USA), para, a ejemplo de Tino Villanueva,
dialoguemos más fluidamente con las demás cuencas culturales; y
encontremos que nos ligan más afinidades que nos separan diferencias.
España, para que una vez superadas la “poesía de la
experiencia” y la “poesía de la conciencia” y la “poesía de la
chocolatina”, etc., percibamos todo ello como desde otra margen, la de
América Latina; para, luego, permitir filtrarse a borbotones toda esa
oralidad y poesía –a cada paso y a cada minuto y a cada lectura de los
clásicos– del territorio de España.
México, porque no todo fue Octavio Paz ni todo debe
ser ahora infrarrealismo o un Bukowski, no de sótano, sino de vitrina.
Porque en nuestro contrato con el lector no empecemos por apuntarle con
un revólver.
En español, portunhol selvagem, spanglish y un largo etcétera.
150 dólares por ocho horas a lo largo, máximo, de un mes. Pagos vía Wester Union.
Contacto:
pedro_granados@hotmail.com