Nací otra vez en Pachacámac
Como a los veinte y poco
Ya había intuido este nuevo nacimiento
En Breña, mi barrio de siempre
Bajo el tornasol del cielo de Lima
Durante algunos días del verano
Tardes mediterráneas
Sin playa ni horizonte y sólo un olor a mar
Que llegaba como de otro planeta
Una discreta caricia sobre mi nuca
Una puerta dorada sobre mi sien
Un ojo un tanto distinto del otro
Porque oteaba ya el día de mi nacimiento
La luz estrujada y como entretenida
Sobre aquellas paredes sucias y pobres
Subí la rampa
Mientras mis amigos hacían exactamente lo mismo
Llegué livianamente a la meseta
Casi inadvertidamente
No estaba ninguno de aquellos con los que allí llegué
Sólo mi cuerpo entero contra todo aquel poniente
Sólo mi parietal sobre aquel dorado polvo
Echo un ovillo
Sólo mi ojo derecho levemente boqueante
Entre aquellas tornasoladas nubes
Y mi lengua un tanto amarga del sabor de la tierra
(9 de marzo, día de mi setenta onomástico)
© Pedro Granados, 2025