Creo en la poesía dominicana culta
Aunque muchísimo más creo en la inculta
Del s.XX, si no por un pelito, será casi atemporal
La poesía de Carlos Rodríguez
Ya que ha sabido decantar su voz
La cual ha mutado en entretenerse
Sobre las piedras o la arena
De cualquier playa de su Santo Domingo
Sencilla humilde íntima
Radicalmente antitética a Trujillo
Dictador del que aún no nos sacudimos
Del que no puede prescindir la literatura
Ni la poesía culta dominicana
Muy aparte de géneros o de sexos
Todos muy enfáticos de cuanto ignoramos
Ahora, el piano de Enriquillo Sánchez resulta muy entretenido
Cualquiera que desee conocer el habla de la calle
Puesta en papel
Tendría que echar mano de Enriquillo
Alexis se dejó engatusar por Neruda, y jamás salió de allí
Salvo cuando la muerte ya asomaba a su puerta (siempre abierta)
Las mujeres que me perdonen, pero aún sigo esperándolas
Aunque, por si todavía no se han dado cuenta,
La inteligencia de Armandito Almánzar Botello prevalece
Prevalecerá entre los muchachos
Muchachas seres andróginos máquinas
Corro apretado dentro de una nave espacial
Denominada Antillas
Entre los más nuevos, mientras plagien con tanto fervor
Como la crítica literaria del medio o de la media isla
Todo les irá muy bien
Aunque sólo para ustedes entre ustedes para nadie más
Y acaso esto sea suficiente
(Adenda de Breve teatro para leer: Poesía dominicana reciente)
©Pedro Granados, 2022