Al medio, en verde, Miguel Ángel Coletti
que volvió a la poesía… si es que alguna vez se extravió o acaso ausentó
de ella. Hubo hallazgos poéticos por doquier, como éste: “… yo sería
el oído en la copa”. Intentamos implementar, en frase de Vladimir
Herrera, algo así como una “profundidad sumergida” o de segundo o tercer
grado. Es decir, nada que tenga que ver con la poesía de autoayuda
(tipo Acción Poética) ni, por otro lado, con aquella que pone entre
paréntesis olores, sabores y un amplio espectro del tacto. Entre este
último, el de la rama que saltó y se continuó entre nuestros brazos;
el del fruto colorado que también, por último, se arrellanó entre
nuestros polifónicos poemas. !Viva Puno!, tal como entonó con fervor y
no menos un tanto ya sazonado, Leo Cáceres; aunque aquí Puno significara
Lima o Cusco o Arequipa… o incluso cualquier otro no lugar de algún
otro no mapa. P.G.