martes, 5 de noviembre de 2024

[Un niño en calzas de lana por la calle]

 


Un niño en calzas de lana por la calle

Piernas cortas abrigadas por tal fibra

Hace tiempo que no se baña que no lo bañan

No guarda memoria

Textura y temperatura que decidirán

Lo que el mundo de arriba sea 

Su camisa su chaqueta su cubretodo

Lo cual constituye todo lo que se ve

Sus genitales allí se han desarrollado

Así como su poesía

Escrita siempre desde abajo de su ser

Constante e invencible ante la intemperie

Un niño solo y curioso y perdido en el Perú


©Pedro Granados 2024



martes, 15 de octubre de 2024

Dormir o escribir el poema

 


Sobre el desierto erguida la página

Que aún no escribimos

El sagrado corazón que todavía no hollamos

La poesía o el sueño

No guardan parangón

Constituyen cosas muy distintas

Aunque para el surrealismo

Fueran bebedizo semejante 

O todo es sueño o todo es realidad

El sueño al sueño

La realidad, el ángel

Que guiara al poeta del manicomio


© Pedro Granados, 2023


jueves, 10 de octubre de 2024

TALLERES DE MEMORIA INVOLUNTARIA

 

Foto por Rosario Bartolini

Según Didi-Huberman:

La imagen a menudo tiene más de memoria y más de porvenir que el ser que la mira.

Estamos ante un tiempo que no es el tiempo de las fechas [más bien] es la memoria lo que el historiador convoca e interroga, no exactamente el pasado.

Así como Aby Warburg, se define a sí mismo como “psico-historiador”, Walter Benjamin comprendió que no había historia posible sin teorías del “inconsciente colectivo”: las supervivencias exigen del historiador [en tanto “trapero” o cachinero] algo así como una interpretación de los sueños.  Se comprende que hace falta ampliar, abrir la historia a nuevos modelos de temporalidad.

El modelo dialéctico –en el sentido no hegeliano que le da aquí Benjamin– debe hacernos renunciar a toda historia orientada: no hay una “línea de progreso” sino series omnidireccionales, rizomas de bifurcaciones donde, en cada objeto del pasado, chocan lo que Benjamin llama su “historia anterior” y su “historia ulterior”.

El caleidoscopio, en  Benjamin, es un paradigma, un modelo teórico. Significativamente, surge en los contextos donde es interrogada la estructura del tiempo [entre ésta, el escribir una biografía; por ejemplo, la de César Vallejo].

[NUESTRO TALLER] ¿Cómo realiza la lengua la conjunción entre los fragmentos erráticos y el principio constructivo?  Otorgándose un ritmo: consagrándose al tiempo.   Sólo una musicalidad –temas con contra-temas, medidas con desmesuras, tempi con polirritmos, timbres con texturas– permite introducir en el saber del observador el anacronismo de su objeto.  Esto supone correr riesgos en el modo mismo de escribir la historia: allí todavía los niños y los músicos serán reyes.  “Todos los golpes decisivos son producidos al jugar” [W. Benjamin, Dirección única, Alfaguara, Madrid, 1987].

[Es preciso o deseable] que transformemos nosotros mismos nuestro concepto espontáneo de antropomorfismo, es decir, nuestra idea usual de la relación entre “forma” y “humanidad”.  Georges Didi-Huberman, Ante el tiempo.

(Talleres presenciales o virtuales: poesía, relato, ensayo, diseño, traducción intersemiótica)

Informes; vasinfin@gmail.com


http://blog.pucp.edu.pe/blog/granadospj/2024/10/10/talleres-de-memoria-involuntaria/


lunes, 30 de septiembre de 2024

POEMAS EN SIMETRÍA (SUMARIA ANTOLOGÍA PERSONAL)

 


Dibujo de Tilsa Tsuchiya  –posthumano o simétrico, por cierto– que quisiéramos brinde la pauta de lo que, al respecto y por oleadas, hemos venido pensando; en realidad, desde nuestra tesis de Bachiller en Humanidades de 1987 para la PUC del Perú (“Estancias: síntesis de imágenes aéreas en la poesía de Javier Sologuren”).   Hemos venido pensando, obvio, junto a algunas teorías y metodologías; aunque el primer paso lo hemos dado siempre con la poesía.

El mirador de lobos

I

Los lobos marinos

alzaron su canto

solicitando amor al cielo;

sólo Venus los escuchó

y la luna brilla desde entonces

en sus hocicos.

II

Entre las rocas,

en los acantilados y farallones

donde el aire es fresco silencio

y el deseo no tiene límites;

donde el mar no es una encrucijada sino

fugitivos cangrejos

o pulposas estrellas;

los lobos marinos muerden en el agua

igual que en sus compañeras,

y encuentran los mismos peces.

Jamás hubo secretos para ellos.

III

Por las tardes,

el sol despoja sus pétalos más íntimos

sobre las aves;

el mar se despeina en los farallones

y las familias de lobos

se desprenden de las rocas.

Cuando la orilla inclina el mar

a la ciudad.

Juego de manos (Lima: Los Reyes Rojos, 1984)

 

[Estamos pensando]

Estamos pensando. Bola de fuego.

Bolo de fuego.

Red. Honda. Veneno.

Manos abiertas.

Estamos pensando. Aquí

en Santa Cruz de la Sierra.

Vapor. Señales de humo. Raíces.

Sin corazón estamos pensando.

Sin precisamente reflexión.

Sólo con el acorde

de algunos recuerdos. Porque eso somos.

Sólo con esa masa de objetos

sobre la superficie del río. Entreverados.

Separados. Disueltos. ¿Quién sabe?

Sólo con ese rumor y ese olor

que cubren el aire. Que instalan

como volutas sobre el río: Pensamientos.

Estamos pensando con un fino cedazo.

Entre branquia y branquia del pensamiento

una tela muy fina. Holandas

para lo visible y lo invisible. Cariño.

Estamos pensando con amor. Este es el secreto.

Esto es lo ignoto para todos los días.

Pensar con amor.

Y así el peje y la salamandra y el martillo

algo tendrán en común por el solo hecho

de haber sido expresados.

La esperanza también y las hojas de la palmera

algo tendrán en común.

El corazón y la escritura (Lima: Banco Central de Reserva del Perú, 1996)

MIQUE

I

Un juguete de perro consiste

En un exo-esqueleto de plástico

Y un redondo blader por corazón

No he confiado nada más

Que en ti

Pero cómo no decir no creer

No estar agradecido

Si me muero hoy mismo

De qué doy testimonio

De que ella existe de que ella es bella

De que ella no te traiciona

II

Un gorrión sale de entre el agujero

De una rata

Y mi amor desde un lugar hosco

Un pasadizo compacto

De atemorizados o de indiferentes

Un amor que jamás fue ciego

Porque te abrió los párpados

Como a la fuerza ella misma

Y te obligó a que miraras

Por sobre el fango la piedra el dolor

Por sobre la indiferencia más compacta

III

Amo la poesía

Me hinco de bruces

Junto las manos y me persigno

Eso he aprendido

O a aquello la relaciono

Como un infante como un incivil

Con sus dos centímetros de frente

Aunque Mique mi perro

Mejor agradece con toda la cadera

Las orejas las patas en fin

Con todo su joven y brioso cuerpo

Porque la poesía ha venido

Porque su dueño ha regresado

IV

El oro solo brilla al sol

Aunque en la oscuridad

Tiene un destello

De corneas de reptil

O de mirada de madre ya fallecida

Siempre pensé

Que tenía que nacer de nuevo

Deslizarme y resbalar otra vez

Por eso no entiendo por eso no acepto

Una poesía que invite al callejón sin salidas

Al unidimensional sonido de latón

De la ironía

Acertó Rilke, el beato; acertó Kafka, el místico;

Acertó Vallejo, el inca sumergido; acertó Emily

Y también Amy, a la que ahora mismo escucho

Con deleite

La poesía existe. Absolutamente transcultural

E intergaláctica. Y multi-temporal.

Un pollito que resbala

Entre tus dedos desconcertados.

Roxosol (Arequipa, Perú: Cascahuesos editores, 2018)


viernes, 23 de agosto de 2024

CALIGRAFíAS (1994)

Fred Sandback, “Untitled”



 1

Acercarse al papel
como un anónimo calígrafo.
Con trazos rápidos
ir dejando en los espacios en blanco
tu alma.
El resto. La tinta
que hormiguea al sol
–lo oscuro multitudinario–
dejarlo para contraste
con tu alma
Soledad y compañía,
quietud y movimiento.
Pasos marcados y acumulados
sobre una fina superficie de sal.
Tu misma mirada
estrellándose
contra la página
en la lectura.
Algo que no es la arena sola
ni únicamente el mar. La playa.

2
Una raya vertical
es suficiente.
Una raya oscura y constante.
Ni pensar ni sentir ni actuar.
Sólo dejar fluir esa raya.
Sólo dejar esa puerta entreabierta.
Sólo fluir y fluir
hasta que el trazo sin interrupciones
seas tú mismo sin interrupciones.
Sólo dejar esa vena a su antojo.
Sólo dejarla correr y desdibujarte.

3
Hacer volar el papel arriba
como un naipe,
y en su descenso escribir sobre él
a vuelamano.
Con la convicción de que no faltan
ninguna de las letras del alfabeto.
Y mucho menos aquéllas de tu nombre.

4
Así, leves y al mismo tiempo
decididos,
trazar la raya horizontal del horizonte.
Interrumpidos, acaso,
por un levísimo resplandor.
Por una díscola palabra detenidos.

5
Imitar esa rama
olvidada de sí
con la tinta del paisaje.

© Pedro Granados

Luego de 30 años, al presente, y un tanto como todo lo que voy escribiendo-pensando ahora mismo, se me ocurre que en “Caligrafías” (poema no publicado en libro) incorpora y traba varios intereses que en mi trabajo vienen desde 1994 o incluso antes.  Entre ello, por ejemplo, cierto ejercicio de automatismo (y su impronta freudiana o no), la gravitación de la mirada (y el ser mirado), la escritura (la poesía) como un espacio liminar vinculado a nuestra propia identidad, la certeza en la poesía, la memoria en tanto presente, la recurrencia en aquel espacio del “resplandor” o del Sol, la naturaleza que –a la larga– es la que toma la iniciativa y nos incluye en ella (gesto posantropocéntrico).  P.G.


viernes, 16 de agosto de 2024

USA INSIDE

 


Roosevelt Island

Ayudado por el viento y el río

reviso mis poemas.

Nada son aún

pues penden de mi boca:

ni una piedra con moho

ni una lengua de agua.

A bajo vuelo, soy la gaviota

que husmea el pez.

El fuego que no es el sol (Lima: Ediciones de los Lunes, 1993)

 

[No conozco Nueva York]

No conozco Nueva York,

todavía no conozco nada

de Nueva York.

Ayer me llevaron a Jones Beach:

gente morena como en cualquier playa de Lima,

mar marrón,

gaviotas enormes entre otras más enormes todavía.

También, como siempre, el amor

desfigurándome el rostro, haciéndome un monstruo

en Lima, Madrid o Jones Beach.

La garra del amor.

Y ahora estoy limpiando un cuarto

y acomodando una pequeña biblioteca

y escribiendo

–echado de sexo sobre una alfombra violeta–

sobre Jones Beach o sobre Pessoa

o sobre la poesía íntegra de Alejandro Romualdo

o sobre los argonautas de Malinowski,

libros que he revisado hace un momento.

Como un mono amante de una reina

como una serpiente llamando

a la puerta de un pubis

como una fiera dentellando las fauces.

Así escribí siempre y así escribo ahora,

antes de vomitar para no morirme de hambre

como en un festín romano.

O antes de llamar a un teléfono que no suena,

que no puede sonar porque está muy lejos,

que no debe sonar

porque ya no existe.

El muro de las memorias (Ithaca, NY: Latin American Books, 1989)

 

A Manoli

Camino sobre las aguas congeladas del lago Cayuga

con algo de humano sobre el hielo.

A mi derecha los patos tranquilos y las inquietas gaviotas

y yo queriendo predecir

qué hay más allá del hielo de la rutina,

del hielo de lo posible.

Las ramas desnudas de un árbol cercano

me dicen de los caminos múltiples y tangibles,

también ellas quisieran predecir.

Pero vuelvo la mirada sobre esta orilla increíble,

inesperada,

y puedo dar testimonio de su certeza y realidad.

Como de las líneas imaginarias de las ramas de aquel árbol

separadas y enredadas todas

en un punto que alcanzo apenas a distinguir.

El muro de las memorias (Ithaca, NY: Latin American Books, 1989)

 

[Estoy en Main Street , Buffalo]

Estoy en Main Street , Buffalo,

persiguiendo un sueño por la vía del tranvía.

Frente a mí los edificios son juguetes

que han olvidado de guardar.

Todo está en calma.

Nada es imposible.

Mi vida podría cambiar con una sonrisa

a la luna.

Estos son los últimos acontecimientos:

ya soy lector de Cornell University,

y ahora viene con sus ojos muy juntos el tranvía.

También puedo llorar con los últimos acontecimientos.

Pero mejor es sonreír,

hasta que se queme la última bombilla

de este jirón infinito,

hasta que recojan esta despensa

de vivos colores.

Mi vida podría cambiar con una sonrisa.

El muro de las memorias (Ithaca, NY: Latin American Books, 1989)

 

[En medio del ruido]

En medio del ruido.  En medio de las imágenes asociadas a estos

Ruidos.  Imágenes que empapelan poco a poco esta soledad.

Imágenes de mis semejantes de esta hora: negros, latinos, grin-

gos pobres que acuden a su laundry dominical en Pawtucket.

Imágenes asociadas a mis semejantes –para los ojos de unos y de

otros–, imágenes de panteras, de ovejas, de anfibios, de ángeles

anónimos.  En medio del ruido.  Entre la voracidad de los

tragamonedas y el vapor de la atmósfera.  Entre la distinta

población de ángeles que se aglomeran a contemplar la escena.

Hombres y ángeles hipnotizados ante las máquinas que giran y

giran sin cesar.  Calcetines azules, bragas verdes, toallas amarillas,

sábanas percudidas puestas a menearse sin tregua.  Consumo

barato.  Carne de cañón.  Astronautas expertos en este vertiginoso

laundry de Pawtucket.

El corazón y la escritura (Lima: BCRP, 1996)


Poema de la violencia en Brown University

Diluidos por un líquido eficaz.

Al fondo de la sucesión de los actos

o a sus márgenes.

Como en la adolescencia

–solos o abrazados a nuestros enemigos

en una unidad difícil de reconstruir ahora,

difícil de consentir–.

Por tantas huellas dejadas ya de aquí hacia allá,

por tanto vapor en la huida.

Debimos ser como las piedras.

Pero nos movimos,

Pero nos movieron como al animalito exótico

(la soga al cuello

y las uñas curvas al ras del pavimento).

Infancia y adolescencia en el Perú.

Una a una fueron surgiendo las palabras,

una a una fueron sobreponiéndose

–imitando al mar–

en nuestro barrio de purita tierra.

La violencia existió siempre,

filtrándose en los zapatos,

filtrándose a través de los muros.

Pero nuestra mirada era más grande que la violencia,

sabía llevar, sabía traer,

sabía sumergir y renovar las cosas,

las voces, purificar los instintos.

Aunque no fuimos puros, nunca lo fuimos.

La violencia existió siempre,

recortada como un segundo rostro,

como un tercer rostro,

pero no como el rostro definitivo

entre nuestras estoicas gentes.

La violencia existió siempre.

aun allá en los juegos,

aun allá en los enamoramientos.

Como la lavaza del bulto que se lava,

como la espuma de la cerveza.

La violencia con sus faldas sucias

y sus caras sucias.

La violencia de zapatones de Celestina

y labios de Urraca.

La violencia del rasposo patio de la vecindad.

(Es por eso que a más de uno nos gustaba

escupir sobre esas paredes

y sobre aquellas del rincón que formaban la casa

creando así transparencias, salidas,

otros túneles de lo humano).

La violencia existió siempre,

pero también existimos nosotros.

La violencia sin todas las variables en la palma de la mano,

justo así como nosotros y como cada uno de ustedes.

La violencia que no controla todo, que felizmente no sabe

lo que sus hijos piensan.  La violencia temerosa del futuro

y de las calles tan violentas.  La pudorosa violencia que no llama

a las cosas por su nombre, que no se atreve a amar.

La violencia con sus males de ojo.  Con su tarde o temprano.

Porque largo la hemos mirado y le hemos sobrevivido.

Porque largo le hemos dado a comer directamente de la mano

y conocemos su hendidura, su hedor, aquello que la hace más feliz.

Por eso pendeja (en peruano) nos reconoce y nos teme,

y se está aquí cerrándonos las piernas.  Tal como si no

supiéramos,

ya de sobra.

Tal como si hubiéramos olvidado.

El corazón y la escritura (Lima: BCRP, 1996)


[Y otra vez aquella visión ]

Y otra vez aquella visión:
un jirón de cometa descolorido, abandonado,
sujeto a los cables de la calle de siempre.
Ayer hablé con tu madre -te llamé por amor-
pero me di al teléfono con tu madre.
Nunca he sentido tantísimo resentimiento en una sola voz.
Y entonces advertí que todo volvía a su lugar.
Como el invierno en Lima,
como el verano en Providence.
Ser peruano en cualquier parte del mundo es imposible.
Ser peruano huaco y católico, cachero y manatí. Ser peruano brujo.
Porque harto han andado la disuasión y el poder, por un lado;
y harto han andado la miseria y la pena, por el otro.
No hemos visto y olido y palpado
por gusto.
Un pedazo de noche huele como la tierra.
La realidad tiene el contorno de un talle
y es muy dulce la verdad.
Anochece en esta parte del mundo.
Anocheció.

Periódico de Poesía, n° 104, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), noviembre de 2017.