sábado, 25 de febrero de 2017

POSPOEMA

Hemos llegado a la conclusión
que no escribimos poesía.
Que no somos poetas.
Es más, que la poesía
para nada nos interesa.
Que las palabras no han sido,
precisamente,
lo que buscábamos.
Ni tampoco
lo que hemos ido hallando
a lo largo del camino.
Ahora podemos hacer un alto.
Y con toda sencillez,
mas sin pizca de humildad,
decirlo.
No nacimos para perseguir las palabras.
Menos, para hacer un fetiche de éstas.
Qué va.
No nos hemos rifado por eso.
Los brazos los hemos abierto
para ti.
Para nada nos interesan la poesía
ni sus expertos.
Dejamos libre el territorio, entonces.
Impunidad total para aquellos que dicen
lo que quieren decir las palabras.
Nos arrepentimos de haber
tomádote tu pan.
Con mis pulmones pienso.
Con nuestros inquietos pies
comprobamos la arbitraria hechura del mundo.
Ni una lejana campanada
reproducimos.
Ni hemos inventado modo distinto
de jugar con estas cartas.
Sólo a nuestro íntimo rechazo
nos atenemos.
A nuestra quizá tardía blasfemia.
Con mis manos oculto las palabras.
Abochornado.
Entre los pliegues de mi camisa
con premura las escondo.
Un eco no hace el poema.
Un fantasma jamás podría erigirlo.
Ahora mismo vamos arrebatados
y en vela
y sabemos a lo que nos referimos.
Pero nada de ganar honra
o dinero con las palabras.
Antes que ellas se burlen de nosotros
preferimos dejarlas en el vertedero.
Y no por escrúpulo docto:
aquello de canjear una ilusión por otra.
Ilusión es lo que necesitamos
para seguir viviendo.
Una niña pasa arreglándose
discretamente el pelo.
La poesía no es la niña
ni sus finos y hermosos cabellos.
Sino en el gesto oculto y efímero
de tan concertados dedos.
En unos segundos más habrán cesado
la visión y el sentido.
Otro rostro interroga ahora mismo
al nuestro
y entendemos que todo está ya por concluir.
Un solo gesto que goce
de absoluto concierto.


http://www.escaner.cl/escaner81/poesia.htm

sábado, 28 de enero de 2017

A propósito de cierta poesía puertorriqueña de fines de siglo XX y comienzos del XXI


Pareciera que toda nueva antología sobre poesía puertorriqueña, más o menos reciente, no puede brindarnos mayores opciones que la de presentarnos –por enésima vez y porque a la postre constituye lo más valioso entre lo compilado– la obra de  Mayra Santos Febres o, si retrocedemos tan sólo unos pocos años, la de José Luis Vega.   Obras, estas últimas, ya canónicas en el contexto del Caribe insular hispano; aunque otra cosa es decir palpitantes o vivas o necesarias.  Lo contracultural y el feminismo de agenda (norteamericana, por cierto) se aceptaron, ya desde hace tiempo, sin mayores regañadientes culturales, ni políticos, ni de especificidad histórica.  Se volvieron oficiales y han reproducido incontables epígonas/epígonos publicados en libro.  Obvio, este proceso –aunque con otros protagonistas y en distintas velocidades– se constata en casi toda América Latina entre los años que van del 80′ para arriba.  Por su parte, la poesía de  José Luis Vega –como también, verbigracia, la de José Mármol en la República Dominicana– sigue constituyendo, en sí misma,  como la otra cara de la moneda de lo que es, todavía, la literatura o poesía en toda nuestra región.  Textos finos, pulidos, capciosos e intertextuales; con un sujeto –socialmente distinguido y sexualmente  más o menos compacto– que ejercita a sus anchas el arte del decoro y del refrenamiento.  Esto en sí no está mal.  Por ejemplo, este tipo de textos consigue incluso hoy mismo los premios que, buscando poesía experimental, convoca regularmente la Casa de América de Madrid.  Es más, el 90% de la producción de lo que se considera poesía en nuestra región va también por ahí.  Y parecería no apetecerse alguna otra cosa.  Porque son las instituciones literarias en su totalidad, en tanto organización política-cultural, las periclitadas.  Donde, dado el caso, en un momento entró  Neruda y no salió más.  Y donde, por lo tanto, valoramos el poema que nos llena la página; que se torna elocuente; que procurando sorprender canjea, impunemente, publicidad por poesía; que disimula un yo soberbio y auto-persuadido hasta el hartazgo, camuflado — de modo oportunista– el alguna pena de éstas, de aquéllas o de las otras.  En fin, aunque hoy por hoy al menos, un Neruda que no se animaría a dárselas de comprometido.  Por otro lado, precozes o decepcionados, que lo erótico, el haiku, la bautade son tan sólo un ingrediente más o un escorzo del poema; que lo contrario –el monopolio de ello en el poema– es cansón o redundante exhibicionismo.  Todo el mundo es  más o menos inteligente o arrecho.

Qué mal hemos leído a Vallejo en el Caribe; mejor dicho, qué bien hemos aprendido la crítica sobre él  tanto para –memorizando la lección– aprobar nuestros exámenes en el bachillerato, como para luego reproducir por ahí –esta misma ignorancia–  multiplicada y sin ningún empacho.  ¿Qué aportaría la poesía de Vallejo a los jóvenes del Caribe?  A escribir en clandestino, de modo soterrado y simultáneamente gozoso; a conectarnos con nuestro fuero interno para no producir ya más nunca poesía de auto-ayuda; a sentir orgullo de lo que somos; a sacudirnos de nuestro pasotismo; a ser poetas hasta dejar de serlo.  A no leer, sino a  acompañar la poesía.


domingo, 8 de enero de 2017

[La pituquería es ya una enfermedad incurable]


La pituquería es ya una enfermedad incurable
Antes todavía no lo era
Sobre todo la que se apropió
De los estudios culturales filosóficos
Literarios en fin de todo aquello
Donde lo aparente en principio
No debía ser cierto
Bruja quijaruda enana de pésimo aliento
Chico listo que aún no recibe su mordisco
Qué puede pensar un individuo
Que únicamente remite
Un libro a otro
Y que pudiendo hablar en mero español
Prefiere hacerlo en inglés
E imaginando estar en Inglaterra
Qué vocación para la copia
Carajo para la caricatura
En ese cubo mágico
Donde no entra un alfiler
Ni tampoco puede salir un solo pedo
Enfermedad incurable basada en el desprecio
Del otro que no sea de la capilla
De la argolla de los inteligentes
De los actualizados y aunque de modo informal
De los muy bien vestidos
Pero una gaviota no hace un verano

(Texto que inagura “Libelos”, poemario fresco para este 2017)

lunes, 2 de enero de 2017

Taller de poesía online por cuencas culturales: “para encontrar tu propio ritmo o ecualizarlo”

Caribe, para sacudirse de Pablo Neruda.

Cono Sur, para que en nuestro contrato con el lector no intentemos, desde un principio, pasar por sujetos listos.

Brasil, para que nuestro performance (cuerpo y ritmo) aterrice mejor en nosotros mismos y luego, y con más potencia, en el papel u otro soporte a través de la escritura.  No estamos conminados a la poesía de autoayuda (“acción poética”); ni, tampoco, limitados a trascribir en portunhol selvagem.

Andina, para que leamos en su real expresión, de modo gozoso, a nuestro César Vallejo.

Amazonía, para sacudirse del espejismo y culto de los medios –exotismo, multiplicidad de lenguas u otros mimetismos– y optemos siempre, más bien, por las sensibilidades (ejemplo, la poesía de Luis Urteaga Cabrera); éstas, nuestra lengua común.

Latina (USA), para, a ejemplo de Tino Villanueva, dialoguemos más fluidamente con las demás cuencas culturales; y encontremos que nos ligan más afinidades que nos separan diferencias.

España, para que una vez superadas la “poesía de la experiencia” y la “poesía de la conciencia” y la “poesía de la chocolatina”, etc., percibamos todo ello como desde otra margen, la de América Latina; para, luego, permitir filtrarse a borbotones toda esa oralidad y poesía –a cada paso y a cada minuto y a cada lectura de los clásicos– del territorio de España.

México, porque no todo fue Octavio Paz ni todo debe ser ahora  infrarrealismo o un Bukowski, no de sótano, sino de vitrina.  Porque en nuestro contrato con el lector no empecemos por apuntarle con un revólver.


En español, portunhol selvagem, spanglish y un largo etcétera.
150 dólares por ocho horas a lo largo, máximo, de un mes.  Pagos vía Wester Union.

Contacto:
pedro_granados@hotmail.com

sábado, 31 de diciembre de 2016

Taller de poesía online para encontrar tu propio ritmo o ecualizarlo


Taller en tiempo real.  Me envías anticipadamente tus manuscritos, los leo, agendamos un calendario de citas y vía skype –y con los textos en mano– hablamos de tu poesía.

El taller está abierto a poetas noveles y consagrados.  Y es confidencial, al menos que algún estudiante lo haga público; por ejemplo, el testimonio de Edgar Artaud Jarry:

“Cuando Pedro Granados me dijo “ahora conforma tu libro”, comencé a sufrir. Cuatro meses leyendo y corrigiendo y seleccionando todos los días, con un diccionario al lado, un libro de sinónimos, bebiendo café, revisando. Me di cuenta lo difícil que es publicar, los lectores no se merecen mis descuidos”

En español, portunhol selvagem, spanglish y un largo etcétera.


150 dólares por ocho horas a lo largo, máximo, de un mes.  Pagos vía Wester Union.

Contacto:
pedro_granados@hotmail.com

jueves, 29 de diciembre de 2016

Dime cómo escribes y te diré lo que escribes/ César Vallejo


La técnica no se presta mucho, como a simple vista podría creerse, a falsificaciones ni a
simulaciones.  La  técnica,  en  política  como  en  arte,  denuncia  mejor  que  todos  los
programas  y manifiestos  la  verdadera  sensibilidad  de  un hombre. No  hay  documento
más  fehaciente  ni  dato  más  auténtico  de  nuestra  sensibilidad,  como  nuestra  propia
técnica...

Hay  artistas  que  se  inscriben  como  superrealistas  y  quisieran  practicar  la  estética  de
Breton, pero su escultura, su dibujo o su literatura denuncia, por su clase de  técnica –
complejo  concurso  de  profundos  factores  personales  y  sociales-  una  sensibilidad,
pongamos por caso, impresionista, cubista o simplemente “pompier”.

Creen muchos  que  le  técnica  es  un  refugio  para  el  truco  o  para  la  simulación  de  una
personalidad. A mí me parece que, al contrario, ella pone siempre al desnudo lo que, en
realidad,  somos  y  adónde  vamos,  aun  contradiciendo  los  propósitos  postizos  y  las
externas u advenedizas cerebraciones con que quisiéramos vestirnos y aparecer.

Taller (ONLINE) de poesía para poetas, consagrados o no 

martes, 27 de diciembre de 2016

Taller de poesía para poetas, consagrados o no


Individual, confidencial y por Internet.

Para todo formato: barroco, minimalista, coloquial, etc.; o tal como venga la mano.

La idea es advertir lo que puede hacerse de modo más eficaz; el filón que se deja abierto; o lo que estando ante nuestros ojos no se percibe.

Poetas en tanto lectores analíticos, impresionistas, venecianos o incluso místicos son bienvenidos.

Se garantiza --luego de un tantito de paciencia-- absoluta satisfacción.

Los honorarios del mediador se pagarán por adelantado.

Contacto:
pedro_granados@hotmail.com

Pedro Granados, PhD (Lima, 1955).  Tiene publicados una docena de poemarios.  Varias novelas breves.  Numerosos ensayos; algunos de los cuales giran en torno a César Vallejo y, en particular, a Trilce.  Hizo taller, entre otros,  con Martín Adán, Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, etc.

Algunos comentarios sobre su poesía:


"Creo que postula una poesía personal, de largo recorrido, con humor, comprometida pero no política, mágica pero no hermética, reflexiva pero no onanista" Marcos Taracido

"Pedro Granados deja en este libro (como Tàpies en la grisura errática del mundo) los signos de su habla grabada a pulso, esto es, con zozobra y verdad. Esa identidad emocional lo reconduce más allá del muro y la memoria, a la comunicación capaz de humanizar la piedra y el lodo del exilio"  Julio Ortega

"La biografía intelectual de Pedro Granados es sumamente extensa. Tanto que enumerar sus hechos y dichos, hablar de su vida académica, del sitio que ocupa desde ya entre nuestros contemporáneos, por el momento es vano. Su impronta de crítico. Sus breves e intensos artículos sobre los días y las horas de los poetas del Perú y sus aledaños, lo han convertido en un personaje bizarro de las letras.  Nadie sabe a qué atenerse con Granados. Con su levadura crítica. Y no digamos de otros contemporáneos suyos que permanecen perplejos ante la novísima lectura que de Vallejo ha hecho el Granados estudioso y burlón" Vladimir Herrera