miércoles, 17 de diciembre de 2014

AMAROS (II)



[Capa de brea fresca]
Capa de brea fresca.
Capa de aceite industrial.  Activo jaboncillo.
El salón de clases como un espejo.
Signos que no circulan.  Signos
que patinan de culo, de barriga.
Signos que la astuta serpiente pica
y el ingeniosísimo ratón alcanza.
Esto de ser un profesor, a veces,
esto de ser un miserable payaso, a veces.
Como si no bastara, como si
suficiente no fuera, como si
no tuviéramos ya esta lengua de mosca apretada contra el vidrio.
Estos ojos de mosca apretados contra el vidrio.
Este sexo.

[Habría que interpretar] 
Habría que interpretar
el dolor, la ausencia y la muerte.
Interpretarlos y diluirlos
y aceptarlos allí adentro.
Tal como al discretísimo
deterioro de todo.
La poesía es lo único real.
Fríos o maliciosos.
Testigos mezquinos o generosos
da lo mismo.
Oh, mi flor del estercolero!
Oh, mi mulatica hedionda!
Lo cierto es que si te inclinas hacia aquí
escuches.  Y discretamente  entiendas.
Y no menos sonrías
y te reconozcas.
Un ave más.
Un árbol más.
Otro silencioso e inquieto conejo.
Pero, las cosas a veces
no son así.  La poesía
no es así, qué va.
No debe ser así,
De acuerdo.  Entiendo.
Pero no obedezco.
Y ya sé.
Como la serpiente sé.
Como Adán .
Como Eva sé
que me enseñó a ser su hijo
y varón.
Y con mis dedos cortos
y con mis dedos largos
también sé.